por Enrique Ayala Mora
La prensa cumple un papel fundamental en la vida de las sociedades modernas, que son materialmente incomprensibles sin ella. Y ese rol básico que cumple no es reciente. Lo ha desempeñado a lo largo de la historia de los pueblos. En muchos sentidos y maneras, la prensa viene acompañando la vida de las sociedades, de las naciones y la comunidad internacional desde el siglo XVIII. Entrega información, publicita bienes y servicios, comenta y critica la realidad, propone objetivos comunes y acompaña su búsqueda. Luego se transforma en una fuente importante para guardar la memoria social y escribir la historia.
La prensa es un elemento importante de la vida nacional del Ecuador. Allí se han reflejado los hechos, procesos, conflictos de la historia y del presente. Los periódicos han sido testigos y cronistas, pero también actores de la trayectoria del país. En sus páginas se han relatado las glorias y vergüenzas nacionales, las guerras, la vida política, los éxitos colectivos, los actos sociales y los escándalos. Allí han aparecido importantes documentos públicos y textos literarios, al mismo tiempo que han publicado lo que se podía comprar o vender. Pero, sobre todo, en la prensa se han librado grandes batallas por la democracia, por la libertad de pensamiento y de conciencia.
Por eso es que se debe defender y mantener la libertad de prensa. Aún a sabiendas de que se cometen abusos. Claro que los medios privados no son neutros y responden a intereses, a veces muy definidos. Desde luego que hay casos en que se silencian hechos, se malinforma o se calumnia, sin las satisfacciones debidas. Con frecuencia se difunde materiales de pacotilla, llenos de violencia, sexo y mal gusto. En no pocas ocasiones, los medios públicos justifican del poder y los privados terminan siendo apéndices de la banca, los grandes negocios o los monopolios extranjeros.
Pero la solución no es que el Estado se erija en gran censor o árbitro de la verdad, estableciendo instancias oficiales que limiten los contenidos de los medios y sancionen sus abusos. Creer que un grupo de personas nombradas por el Gobierno directamente o por el mecanismo cínico y manipulador de la “participación ciudadana”, con el poder del “carpetazo”, van a ser independientes garantes de la libertad de expresión, es simplemente falso. Eso es censura pura y dura.
Algún día se crearán mecanismos verdaderamente autónomos y solventes que controlen los abusos de la libertad de expresión, sin ser dependencias gubernamentales o instancias gremiales de los empresarios. Por eso hay que luchar. Mientras tanto, el único camino es defender la libertad hasta con el riesgo de que se cometan excesos. Porque lo contrario no es sino negación de una libertad cuya defensa tiene historia, héroes y verdugos en nuestro país y en el mundo.
Fuente: El Comercio, 14.6.13 por Enrique Ayala Mora, historiador y ensayista ecuatoriano