¿Periodismo o resurgimiento del pasquín misógino?

por Patricia Flores

El quincenario El Desacuerdo atentó contra la dignidad de Rebeca Delgado develando discriminación, misoginia y racismo, además de mellar la dignidad humana de una mujer, recurriendo a uno de los recursos más viles del machismo más primitivo, sumergirse en la vida privada como mecanismo de descalificación para anular su rol en el ámbito público y en la escena política. Para ello, El Desacuerdo apeló a un antetítulo y título con clara intencionalidad, descalificar, denigrar e injuriar: “Lo que todavía no se ha dicho del affaire Rebeca Delgado. ¿Qué será lo que quiere el negro?”.

Desde esas dos frases se invalida a Delgado como persona capaz de pensar y decidir por sí misma, y más aún, como mujer política y representante nacional para convertirla en un objeto manipulable, manipulada e instrumentalizada por “un negro”, un “otro” que desde las sombras de la escena político/partidaria y opositora ha desplegado sus mecanismos para utilizarla como instrumento de desestabilización, ya que las palabras que configuran antetítulo y título incorporan una carga simbólica de descalificación, con connotaciones y mapas de significados de menosprecio, misoginia machista, de discursividad feminicida.

Por ello, cuestiono la intencionalidad de instalar en la escena mediática un -supuesto- periodismo irreverente como El Desacuerdo, porque a todas luces la “distorsión” connotativa a través de intromisión en la vida privada de una persona se tipifican, en la normativa nacional y de los derechos humanos, como injuria y discriminación, aunque posteriormente se afirme que el artículo reconoce con generosidad los méritos de Rebeca Delgado como actora del proceso de cambio. ¿Generosidad ante la elocuencia de la historia?, ponderando además la iniciativa periodística encabezada por jóvenes menores de 30 años. Pregunto: ¿joven sinónimo de qué, de irresponsabilidad, de ausencia ética, de libertad irrestricta para denigrar?, ¿ joven para qué?, ¿joven de 30 años?

La ausencia de responsabilidad periodística, ética y social ha quedado en evidencia, la autora no está registrada en identificación ni en el padrón electoral, las argumentaciones de integrantes del consejo editorial hechas públicas a través de la red simplemente corroboran discriminación y misoginia con un subtexto que expresa su postura ideológica de desprecio a una mujer por su condición genérica y a la otredad entendida con su acepción más amplia, además de racista.

Necesitamos voces y miradas plurales, pero con responsabilidad social ante el trabajo periodístico, un periodismo respetuoso de la dignidad de las personas más allá de sus ideologías o posturas políticas y, por tanto, respetuoso de los derechos humanos de las personas por el simple hecho de ser humanas y humano. Necesitamos un periodismo que dé la cara, que no se escude en la cobardía del anonimato y la subestimación de los/las lector@s.

Fuente: Página siete, 7.8.13 por Patricia Flores es feminista y comunicadora social boliviana

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