por Enrique Ayala Mora
La prensa tuvo un enorme desarrollo en el siglo XIX, puesto que se convirtió en el principal instrumento de la polémica política y la promoción electoral. En las páginas de los periódicos se informaba sobre la labor de los poderes del Estado, se los defendía o criticaba, se lanzaban candidaturas o se las combatía, se presentaban denuncias y acusaciones, se publicaban documentos probatorios o exculpatorios, se insertaban aclaraciones, se promovían obras públicas, servicios e iniciativas fiscales.
También se imprimían artículos dedicados al debate filosófico o literario. En ciertos casos se introducían temas sobre “novedades científicas” venidas de Europa. Era frecuente que se insertaran textos que habían aparecido en otros medios impresos sobre todo del exterior, como un medio de respaldar las propuestas y debates que se llevaban a cabo. Esa era la única forma en que un sector de la población podía leer autores extranjeros. Algunos periódicos incluían anuncios de ventas, sobre todo de productos importados, o de manufacturas locales, pero más bien en forma esporádica.
El Gobierno estableció un periódico oficial desde los inicios de la República. Se publicaba una o varias veces por semana. Su nombre cambió, pero su estructura básica fue la misma hasta 1895. Generalmente aparecía en formato grande, es decir medio pliego con cuatro hojas. Se imprimía en la Imprenta del Gobierno y se distribuía a todo el país por los canales burocráticos.
Otros periódicos se publicaban con auspicio de municipios o corporaciones locales. Pero la inmensa mayoría eran privados y los editaban grupos de personas, inclusive a veces individuos solos, que deseaban influir en el público y promover iniciativas, fundamentalmente políticas. En ocasiones, esos órganos de prensa optaban por una línea general e independiente. “La Ilustración”, por ejemplo, se definía como un “periódico científico y literario”. “El Católico del Guayas” era un “periódico religioso, político, científico y literario”. Pero, en realidad, la inmensa mayoría de ellos tenía un objetivo político, a tal punto que la mayor proliferación de fundaciones (y decesos) de periódicos se daba en vísperas de las elecciones.
Era frecuente que desde su primer número se estableciera que el periódico estaba destinado a “sostener” tal candidatura e incluyera un “manifiesto” que servía como principal instrumento de promoción. En estos casos, la mayoría de su contenido estaba destinado a promover al candidato, publicando adhesiones de notables de diversos lugares o respondiendo a las acusaciones de los adversarios. Terminada la elección el medio de prensa dejaba de publicarse, aunque en unos pocos casos siguió siendo sostenido por el candidato ganador ya hecho cargo del mando. Entonces surgían otros periódicos. Así era la prensa política
Fuente: El Comercio, 4.10.13 por Enrique Ayala Mora, historiador y analista ecuatoriano