Tres maestros del periodismo en Bolivia

Nunca es tarde para exaltar las figuras de quienes se destacan o lo hicieron en vida por sus carismas personales, sus talentos y dedicación al servicio público. Esto hizo, con notable lucidez y sentimientos afectivos, el periodista Hernán Maldonado B. al escribir en Miami, donde reside, el libro “Tres Grandes del Periodismo boliviano”. Ellos son Julio Borelli, el RP José Gramunt de Moragas y Lorenzo Carri.

Julio Borelli (1903-1990) fue el maestro por excelencia de muchos periodistas, en especial de Maldonado, desde cuando apenas tenía 15 años, o sea que aún era estudiante de secundaria. Lo acogió con ternura, poco a poco lo introdujo en las tareas y exigencias que tiene el periodismo escrito y radial.

Borelli, siendo jefe de la sección Deportes de EL DIARIO, lanzó la iniciativa de construir el Coliseo Cerrado, en la calle México. Sin que se lo hubiera imaginado y menos propuesto, se vio forzado a dirigir la obra. En solitario, dedicado día a día, por más dos décadas, logró su conclusión. Desplegó denodados esfuerzos para su financiamiento.

De nacionalidad uruguaya y preparador técnico múltiple de deportes, en la presidencia de Germán Busch (1939) fue contratado en esta función. Se abstuvo de nacionalizarse para que no se piense que lo hacía por interés, pero además se consideraba “ciudadano del mundo”. En Bolivia nacieron sus cuatro hijos.

Don Julio era periodista por vocación, labor en la que brilló y se constituyó en maestro de la profesión. Uno de sus logros mayores fue Maldonado, quien llegó a consagrarse como corresponsal y editor de agencias internacionales de noticias y de diarios de EEUU. En deportes, cubrió torneos mundiales, logrando felicitaciones excepcionales.

A Borelli, hombre bueno, honesto y caballeroso, no le faltaron las amarguras e incomprensiones, aparte de llevar una vida de estrecheces económicas, pese a ser un trabajador infatigable.

Pero tuvo también halagos; era respetado, apreciado y admirado por muchos. Se lo condecoró con el Cóndor de los Andes y el Coliseo lleva su nombre.

El padre José Gramunt de Moragas, de la orden de los Jesuitas, de nacimiento es español pero de corazón boliviano. Después de su consagración religiosa lo enviaron a Bolivia, donde se le despertó la vocación de periodista.

A radio Fides, de la que fue su director y animador durante 25 años, la convirtió en una de las más prestigiosas del país. Después, fundó la Agencia de Noticias Fides (ANF), que el pasado 5 de agosto cumplió 50 años de existencia, siempre bajo la inspirada y sabia conducción del padre Gramunt. Con esos valores excepcionales, formó en ANF a varias generaciones de periodistas, que escalaron luego posiciones de privilegio dentro y fuera del país.

El 5 de agosto, junto con el medio siglo de ANF, el sacerdote jesuita cumplió 91 años de edad, 60 de los cuales los dedicó a tiempo completo al periodismo. Se enfrentó a toda clase de regímenes. Nunca le temblaron las rodillas. Se hizo legendario su editorial “Es o no es verdad”.

Inexplicablemente, la orden jesuita lo jubiló y al presente está en su casa de retiro en Cochabamba. Sin embargo, su mente y su alma de periodista están latentes. Sigue escribiendo para distintos medios.

Lorenzo Carri fue otra figura señera del periodismo nacional. Dotado de altas cualidades intelectuales y de una especial preferencia por el fútbol, se erigió en el más brillantes comentarista de esta disciplina deportiva. Aparte, por su disciplina de trabajo y fidelidad a lo que decía por radio, televisión y medios escritos, se impuso la tarea de llevar las estadísticas más minuciosas de cuanto acontecía en el fútbol. Este fue su legado al país.

De nacionalidad argentina, se identificó y encariñó profundamente con Bolivia. De la misma manera que Borelli y Gramunt, se constituyó en maestro de periodistas, no siempre trabajando junto a él, sino escuchándole y leyendo lo que producía con singular calidad, visión, originalidad y entereza. Su lenguaje era pulcro.

Por Internet dialogó con Maldonado muchos años, hasta el día de su deceso, por cáncer de páncreas, en marzo último; tenía 80 años. Tuvo limitaciones materiales, pero no aceptaba halagos, fue un hombre de paz, le fascinaban la lluvia, el mar, la lectura y la escritura. A La Paz le dedicó un hermoso poema.

Fuente: El Diario, 3.11.13 por Alberto  Zuazo, periodista boliviano

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