‘La prensa es el primer eslabón que hay que romper para avanzar hacia un modelo de régimen autoritario”. Quien escribe esto se considera un investigador universitario, y no un periodista, aunque los libros de Fernando Ruiz siempre giren alrededor del venido a menos “cuarto poder”.
Su más reciente obra (‘Guerras mediáticas’), es un libro notable. Excepcional por su equidistancia y bagaje informativo que detalla y explica, como reza el subtítulo de tapa, “las grandes batallas periodísticas de la Revolución de Mayo hasta la actualidad”. De los hombres de prensa de 1810 hasta los periodistas militantes de la actualidad.
Siempre ocurre igual: cuando la situación se polariza, los bloques en pugna chocan con sus ejércitos mediáticos.
En la Universidad Austral, Ruiz está a cargo de la cátedra Periodismo y Democracia, en la que con sus alumnos lee a Shakespeare como el gran creador de tragedias informativas, los “teléfonos descompuestos” que desencadenan las tremendas desgracias de sus obras. Ruiz considera que el periodismo en una sociedad debe ser el antídoto que desintegre esos “malentendidos” que pueden acarrear graves crisis sociales.
Guerras mediáticas señala que “la exacerbación de los conflictos promovió la centralidad de los periódicos” en todas las épocas: los que los hacían en 1810 eran los activos promotores del fin de la Colonia.
Los conflictos, anota Ruiz, en principio abonan el pluralismo de medios. Pero cuando la prensa se pone facciosa, beligerante y hasta partisana, los sistemas se rompen y pueden involucionar a “unicatos informativos”, como sucedió en tiempos de Juan Manuel de Rosas, en las dos primeras presidencias de Juan Domingo Perón y durante todas las dictaduras entre 1930 y 1983, que desataron persecuciones, censuras, clausuras, exilios, silencios cómplices y hasta muertes. “Hay una correlación profunda entre sistema electoral y sistema mediático -advierte ‘Guerras mediáticas’-. El descarrilamiento de uno puede llevar a la crisis en el otro”.
Dice el autor respecto que “Perón, Menem y el matrimonio Kirchner nunca priorizaron ni la división de poderes ni la autonomía del Poder Judicial o de la prensa”. Ruiz opina que la libertad de expresión para el radicalismo es un “valor político” -sus presidentes Yrigoyen, Illia y De la Rúa no se interesaron por controlar los medios; Alfonsín, apenas un poco-, en tanto que para el peronismo se trata de un “arma de acumulación política”, que utilizan a fondo en su propio provecho. El fundador del movimiento pensaba a la prensa como herramienta útil para “generar expectativas positivas”; todo lo demás es descartable y debe ser combatido. Lo mismo cree Cristina Kirchner, que aboga por las “noticias lindas”. Ruiz llena su libro de preciosas “perlas”: Perón recorriendo la ciudad tras el golpe del 30, para mantener el orden, con un colaborador de La Prensa (medio que expropiaría 21 años después) o ponderando, en abril de 1966, al ahora tan denostado Clarín, al que entonces calificó de estar “generalmente bien informado
Fuente: La Nación, 16.4.14 por Pablo Sirvén, periodista argentino