Nuevo Tribunal Nacional de Ética Periodística

Por Marcelo Guardia Crespo Los profesionales de la información y comunicación deben evitar una llamada de atención. Despreciar o no tomar en cuenta la función de un Tribunal de Ética es renunciar al derecho al honor y a la dignidad.

El Tribunal Nacional de Ética Periodística (TNEP) renovó sus tribunos esta semana. Tiene por objetivo que los propios periodistas se regulen en el trabajo informativo para evitar que otros actores sociales o poderes pretendan hacerlo. Durante los últimos cuatro años recibió cerca de 50 denuncias contra medios y periodistas y emitió fallos para llamar la atención a periodistas de todo el país. Es la primera experiencia formal de auto-regulación de periodistas con resultados positivos. Se basa en la capacidad personal y colectiva de definir lo que es correcto y lo que no es. Sostiene que el ejercicio de libertad es imposible sin la responsabilidad.

Ha actuado sobre faltas de periodistas, tanto de afiliados a las organizaciones promotoras como de no afiliados. Algunos periodistas se han negado a presentar sus descargos por considerar incompetente al TNEP. Todos han recibido los fallos correspondientes y algunos han reconocido y  agradecido por la llamada de atención. Ése es el avance positivo que se ha alcanzado al generar conciencia de que no se puede vulnerar los derechos de las personas con la arrogancia de quien tiene el poder de la palabra o tiene acceso a algún medio de comunicación.

No existen sanciones ni castigos en el campo de la deontología. Solamente se hacen llamadas de atención que buscan un efecto moral.

Los Consejos y Tribunales de Ética son conformados por colegas periodistas organizados con criterios establecidos institucionalmente.

Este TNEP está constituido por tres periodistas y dos personas de la sociedad civil. Es impulsado por el Consejo Nacional de Ética Periodística que se sostiene en las siguientes instituciones: APLP, Asbora, Aboic, ANPB y CNTP.

En este importante periodo, el TNEP ha constatado que las llamadas de atención a los colegas periodistas tienen un efecto moral profundo que, aunque no sea visible a los ojos del público, recuerdan que la Libertad de Expresión no es posible sin la responsabilidad del periodista y del ciudadano. Son dos dimensiones de un mismo derecho.

Se ha alertado sobre el hecho que de transitamos hacia un nuevo estado de los derechos relacionados con esta profesión, que demandan una nueva mirada que va más allá de la defensa de la libertad de expresarnos libremente. Porque también debemos trabajar buscando satisfacer los derechos de información y comunicación, no solamente con nuestras opiniones, que pueden estar cargadas de subjetividad, sino también con información recabada y verificada con técnica y ética profesional. Es decir, con información más próxima a la verdad.

Urge difundir más sobre la existencia y los alcances de este tribunal, así como pensar en formas mediante las cuales los ciudadanos puedan denunciar transgresiones o faltas, no solamente relacionadas con los derechos personales, sino también con temas macro-sociales, ante los cuales, los individuos no se sienten motivados a reclamar porque no les afecta directamente.

En el fondo está en juego uno de los mayores valores creados por la humanidad: la dignidad. Todos los hombres y mujeres tienen dignidad porque saben que son merecedoras del respeto de los demás. Cuando un ciudadano denuncia que alguna noticia ha vulnerado su honor a través de la difamación, la calumnia, la injuria o la simple falsedad, siente que su dignidad ha sido afectada. Por tanto, tiene derecho a defender su imagen personal.

Cuando un periodista recibe una llamada de atención de un Tribunal o Consejo de Ética, por haber cometido una falta, también debiera sentir afectado su honor y su dignidad. Por esa razón, los profesionales de la información y comunicación deben evitar una llamada de atención. Más aún cuando existe un Código de Ética que explicita lo que se debe y no se debe hacer en el trabajo de producción de noticias. Despreciar o no tomar en cuenta la función de un Tribunal de Ética es renunciar al derecho, al honor y a la dignidad.

Fuente: Los Tiempos, 23.5.14 por Marcelo Guardia, comunicador boliviano

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