Muchas veces, en medio de la voracidad informativa, la demanda de contenidos y la fugacidad de datos de las redes, el concepto de periodismo profesional y demás concepciones de sujetos que informan se separa por una delgada línea. ¿Quién es periodista en Argentina? ¿El que estudia para serlo? ¿O el que tiene vocación para entender el lenguaje comunicacional? En muchos casos las empresas de medios suelen rechazar a personas con un título frente a personas que tienen idoneidad para el discurso periodístico.
En Argentina, según el Estatuto del Periodista Profesional (ley 12.908), se considera periodista “a todas las personas que realicen en forma regular, mediante retribución pecuniaria, las tareas que le son propias en publicaciones diarias o periódicas y agencias noticiosas”. La ley detalla que la extensión de la definición abarca desde el director de un medio hasta el colaborador permanente.
No sólo el requisito de brindar información es necesario para la caracterización de un sujeto dentro del papel de periodista profesional, el aspirante necesita dos años de trabajo en relación de dependencia para lograr la acreditación de un carnet emitido por el Ministerio de Trabajo, algo que no sucede en la práctica, como bien plantea el abogado Damián Loreti. “El régimen legal de la actividad no establece requisitos académicos ni de colegiación para ser considerado periodista profesional”, expresa Loreti, y más tarde agrega “la actividad periodística, respecto de quienes se desenvuelven en la misma sin ser propietarios de los medios, se desarrolla mediante la relación laboral que vincula al profesional con la empresa que utiliza su fuerza de trabajo y su ‘mente factura’”.
Una gran parte de quienes discuten entre la tesis de la colegiación de periodistas y la ausencia de la misma para ser considerado profesional se basa en lo que sostiene el estatuto mencionado anteriormente y en diversos casos a modo de ejemplo a nivel mundial, donde no es necesario contar con ciertos requisitos formales para ejercer como periodista.
En nuestro país, gran cantidad de medios alternativos e independientes con excelentes análisis de la realidad, información y estética editorial fueron realizados por personas ajenas al ámbito académico. El caso de la revista La Garganta, creada por la asociación social La Poderosa, es un ejemplo claro y concreto de periodismo con altura, realizado por periodistas y chicos pertenecientes a villas de Buenos Aires. El periodismo visto desde la figura del periodista como figura irrefutable de la realidad queda de lado, se anula la concepción de que sólo una estricta élite asciende en la escala social de ser llamado periodista y escribir verdades absolutas. Tal definición propia de la década del ’90, donde la sociedad mantenía una confianza ciega en gran parte del periodismo, desapareció en los últimos tiempos.
Hoy en día, analizar el contexto social y tratar de descifrarlo para poder expresarlo en una síntesis de información es una tarea que ya no sólo se limita a un grupo acotado de periodistas de academia ni representa el centro de la verdad absoluta. Tampoco se mantiene sólo una cara de la moneda, no se está tratando de decir que no se debe estudiar para ejercer la ardua tarea de informar, sino que la condición no es excluyente mientras el lenguaje comunicacional se maneje de un modo aceptable.
Como plantea Loreti, “el impacto del crecimiento de los institutos dedicados al estudio de la comunicación social y el periodismo (universidades, institutos terciarios, academias, círculos y escuelas) han creado una falsa creencia respecto de la viabilidad y conveniencia de permitir el acceso a la profesión a quienes se graduaran en estas instituciones” y en cierta forma no se sabe verdaderamente si se “ha cumplido o no un cometido determinado a favor del derecho a la información”.
La apertura de posibilidades a las puertas del periodismo puede ser una gran oportunidad para la pluralidad de voces y nuevos proyectos comunicacionales, mientras el nivel de contenidos tratados con ética profesional se mantenga y el compromiso con la realidad se convierta en el eje central. Tanto de periodistas colegiados como no colegiados.
Fuente: Página12, 28.5.14 por Nicolás Adet, argentino periodista de la Agencia Paco Urondo