No hay nada en este mundo globalizado que sufra un deterioro mayor que la prensa y los programas de entretenimiento de los medios de comunicación social, hasta el punto que me pregunto si todavía hay gente que lee los periódicos en otras secciones que las comerciales. Las razones para evitar su lectura son varias: nimiedades publicadas cotidianamente, noticias sesgadas o directamente falsas y la omisión de informaciones importantes.
Las razones de este deterioro pueden ser numerosas y diversas. Me animo a emitir tres de ellas. La primera tiene que ver con el contexto mundial. Gracias al desarrollo de la información y de nuevas técnicas de información, los países grandes pueden manipular la prensa con el objeto de legitimar algunos de sus abusos. Por ejemplo, a través de los medios de comunicación social, el Gobierno de Estados Unidos hizo creer al mundo que el régimen de Sadam Husein tenía armas químicas que de usarse podrían significar el fin del planeta. Francia ha hecho creer a la opinión pública que sus intervenciones en Malí y en República Centroafricana se originaban en preocupaciones humanitarias, ocultando su deseo de ponerle la mano a sus recursos naturales. La OTAN quiso invadir Siria en un marco de preocupaciones similares. La mayor parte de la información que nos llega de Ucrania es engañosa. Contra las manipulaciones informativas grandes y millonarias es muy difícil que medios de prensa periféricos puedan luchar.
La segunda razón para el deterioro de la prensa es de orden interno. En todos los países de América Latina están creciendo las clases medias por aumento del ingreso más que por acumulación de capital humano. Son clases medias que comen pipocas en los cines, que piden películas de horror y sexo, que rara vez leen un libro y que intentan imitar el modus vivendi del país del norte. Ellas constituyen el nuevo cliente de los medios de comunicación social. Como cualquier otro oferente de servicios, los medios de comunicación social se adaptan a esa nueva clientela proporcionándoles lo que creen le va a gustar: telenovelas mexicanas y venezolanas, noticias de sangre, violaciones y homicidios, señoritas bonitas que lean y comenten las informaciones, bien o mal, poco importa con tal que sean bonitas, etc.
La tercera razón para el deterioro de la prensa es muy banal: las universidades producen licenciados en comunicación social por montones. Al presentarse al mercado de trabajo se encuentran que los puestos disponibles son escasos. Confrontada la demanda de comunicadores con una oferta excedentaria caen las remuneraciones laborales, hasta ubicarlas al borde del salario mínimo. En esas circunstancias no se puede esperar contar con comunicadores que tengan por lo menos un poco de cultura y que puedan discernir entre lo que puede ser una noticia seria y otra no.
Para terminar, quiero decir que no pensé que algún periódico quisiera publicar este artículo. Celebro a La Razón por haberlo hecho.
Fuente: La Razón, 18.6.14 por Rolando Morales, economista