Diferentes hipótesis se manejan en torno al incremento de los casos de violencia de género en el país, particularmente de la violencia machista extrema que acaba en feminicidios. Algunos sostienen que no hay tal incremento y que sólo se trataría de un fenómeno mediático; es decir, los medios de comunicación visibilizan una realidad que siempre ha existido.
Lo concreto es que a diario la prensa informa sobre hechos de violencia de género; nos preguntamos ¿cómo percibe la población ese tipo de información?, ¿en qué medida la cobertura periodística previene este problema social?, ¿qué efectos produce esa suerte de “bombardeo” diario en la población?, ¿su tratamiento periodístico es el adecuado?
Revisando las acciones que han asumido varios medios impresos y audiovisuales internacionales, me permito sistematizar las fundamentales que deberían ser analizadas por los medios de comunicación bolivianos para incluirlas en sus códigos de autorregulación.
- Estos hechos no deben ser presentados como sucesos o noticias, sino desde una perspectiva social y de afectación e interés colectivo, y nunca como hechos individuales o aislados.
- No usar imágenes violentas que inciten al morbo de la audiencia; por ejemplo, se aconseja omitir la descripción/explicación del procedimiento que empleó el agresor, así como descartar la dramatización del acto con música sugestiva y colores de impacto que otorguen espectacularidad y sensacionalismo al hecho.
- Evitar cualquier tipo de justificación como el alcohol, drogas, celos o discusiones de pareja porque la violencia de género tiene como único responsable el dominio del hombre sobre la mujer. En este orden, no usar adjetivos y expresiones que intenten justificar la agresión como “estaba en estado de ebriedad”, “enloqueció de celos”, “no sabía lo que hacía”, “le engañaba con otro hombre” o “la culpa es de la cerveza”.
- Recoger opiniones de expertos (psicólogos, jueces, investigadores, policías) y no de parientes, vecinos o conocidos de la pareja involucrada que no aporten datos rigurosos.
- Contextualizar el hecho; su mera transmisión y repetición sólo cauteriza e insensibiliza a la audiencia que optará por no prestar atención (en el mejor de los casos) a ese tipo de información.
- La cobertura debe incidir en el agresor y no en la víctima; con frecuencia se ofrecen mayores datos de la víctima y se dice poco del maltratador.
- Seguir el hecho hasta su desenlace con el propósito de mostrar cuál fue el castigo que el agresor recibió de la justicia. Los medios deben esforzarse por mostrar que los casos de violencia de género tienen castigo penal: “…una investigación de la Universidad de Alicante concluye que la información rigurosa sobre la violencia de género contribuye a la prevención. Sin embargo, no está claro, según Miguel Lorente, que no se produzca un efecto imitación en el caso de los asesinatos de gran notoriedad”, explica Milagros Pérez de El País.
- Las notas periodísticas deben incluir información de ayuda a las víctimas y mujeres en situación de vulnerabilidad, por ejemplo, dirección y teléfonos de la Oficina Jurídica para la Mujer, Policía Boliviana, Defensoría, Derechos Humanos, etc.
- Los medios de comunicación cumplen una función social, en consecuencia deben prevenir estos hechos con mensajes positivos que muestren y destaquen a aquellas mujeres que han logrado alejarse del círculo de la violencia.
Éstas son algunas buenas prácticas asumidas por medios informativos internacionales y, sin duda, pueden ser muy útiles para reconducir el tratamiento periodístico que la prensa boliviana da a esta problemática social, y que –como se observa a partir de estos principios– no está exenta de debilidades. Sería un gran aporte que los incorporara a su código de autorregulación.
Fuente; Los Tiempos, 29.8.14 por Mónica Olmos, comunicadora social.