Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala” (Albert Camus). Sin prensa libre no hay democracia.
El ejercicio del periodismo es una de las formas de la libertad de expresión y, como tal, concomitante con la democracia representativa.
Naturaleza propia del pensamiento es ser diverso y plural y, por ello, concordante o discordante con otras formas de pensar igualmente libres y autónomas. El disentir es parte del juicio. Se ha dicho que un termómetro para medir la democracia de un país es apreciar la calidad de su prensa. Si se anula toda forma de fiscalizar al poder, la democracia desaparece.
Hacia 1880, el pueblo ecuatoriano sufría la grotesca dictadura de Ignacio de Veintemilla; silenciada y perseguida la oposición, la pluma de Juan Montalvo se elevó para enfrentar al tirano. Escribió: “El abuso triunfante, soberbio, inquebrantable es tiranía, es flujo de acciones ilícitas, es robo a diestra y siniestra, son impuestos recargados e innecesarios, son atropellos, insultos, allanamientos, humillaciones…”.
Para la posteridad, la figura de Veintemilla quedó plasmada más por lo que Montalvo dijo de él que por aquello que consigna la historia. Los gobiernos represivos que se autoerigen en destino de un pueblo son anomalías históricas que, a la larga, se irán; dejarán atrás el rezago de su egolatría, sus mentiras y sus lacras.
No hay revolución moderna que no haya endiosado al Estado a costa de la libertad individual. Todo sistema totalitario tiene necesidad de la mentira para sobrevivir. Pero el engaño, por bien concebido y maquillado que fuese, no dejará de descubrirse con el consiguiente descrédito de sus tramoyistas. Y si la democracia no puede vivir sin la verdad, el totalitarismo no puede vivir sin la mentira.
En 1939, Albert Camus era un joven periodista que defendía la liberación de Francia invadida por los nazis. De esa época data uno de sus textos más penetrantes sobre la libertad de prensa.
Para Camus, cuatro son las condiciones que un periodista debería tomar en cuenta para no perder su independencia frente al poder: lucidez, rechazo, ironía y obstinación.
Lucidez porque “supone la resistencia a los mecanismos del odio, de la ira y el culto a la fatalidad.
Un periodista lucha por lo que cree verdadero. No publica nada que pueda excitar el odio o provocar desesperanza”.
Rechazo: “Frente a la creciente marea de la estupidez, es necesario oponer alguna desobediencia. Rechazar aquello que podría obligarlo a servir a la mentira”. Ironía: “Es un arma sin precedentes contra los poderosos. Completa a la rebeldía en el sentido de que permite no solo rechazar lo que es falso, sino decir a menudo lo que es cierto”. Y obstinación: “Para superar los obstáculos que más desaniman: la constancia en la tontería, la abulia organizada, la estupidez agresiva”.
Fuente, El Comercio, 15.10.14 por Juan Valdano, filósofo ecuatoriano