La elección de Gustavo Mohme Seminario a la presidencia de la SIP supone un mandato complicado, como lo son los tiempos actuales para el periodismo. La cosa era más simple cuando la institución era un baluarte anticomunista de los grandes medios. Hoy la SIP es sobre todo una defensora de libertades de expresión y de prensa en todo el continente.
El cargo es un reconocimiento a la trayectoria personal, pero también un puesto a tiempo completo en las trincheras de la dimensión conflictiva del periodismo. Se espera que la SIP se informe y se pronuncie sobre todo acontecimiento o situación que afecte la buena marcha de la actividad periodística, y su Presidente es quien debe poner la cara, hacer las declaraciones.
Todo esto sugiere problemas para manejar en simultáneo la presidencia de la SIP y la dirección de La República. Pero todos los ocupantes del cargo han sido directores de periódicos (Alejandro Miró Quesada C. fue ambas cosas hace 10 años), muchos de ellos más grandes que el de Mohme, de modo que el dupleteo tiene que ser posible, aun si es agotador.
Quizás el asunto local más espinoso para Mohme sea su condición de ser uno de los abanderados de la lucha jurídica contra la concentración de medios en el Perú. La imagen del presidente de un organismo internacional utilizando ese peso para una causa que también es personal puede prestarse a malentendidos. Lo cual ciertamente es un llamado a la cautela.
Sin embargo la concentración de medios no es un tema exclusivo del Perú, sino de muchos países del continente, y la preocupación antecede largamente al ingreso del Perú a esa problemática. El tema seguirá siendo discutido en la SIP tanto si Mohme lo asume (no le queda otra cosa), como si elige mantener un perfil bajo en el asunto.
Pero el principal campo de batalla de la SIP en estos años está en los gobiernos dedicados a utilizar el poder del Estado para arrinconar a los medios opositores, e incluso a los independientes. La trayectoria de Rafael Correa en esta práctica es desde hace años el principal clavo ardiendo en la región andina, pero no el único.
Una evidente ventaja de que Mohme esté a la cabeza de la SIP es que ello permitirá lanzar reflectores internacionales más fuertes sobre los problemas del periodismo en el Perú, sobre todo los de entraña violenta, por desgracia cada vez más frecuentes. Su ingreso a la presidencia ha coincidido con otro lamentable caso de asesinato vinculado al periodismo.
Mohme tiene una larga experiencia llevando casos emblemáticos de defensa de periodistas amenazados, asaltados y hasta asesinados en el país. En esta medida la SIP ha elegido a un colaborador con mucho que aportar a las tareas político-institucionales de esta época.
Fuente: La República, 30.10.14 por Mirko Lauer, poeta, ensayista y politólogo