“Los servicios de inteligencia británicos interceptaron 70.000 correos electrónicos de periodistas en 2008”, es la última revelación del diario The Guardian, que de nuevo publica documentos proporcionados por Edward Snowden, el exagente de la agencia de seguridad estadounidense NSA refugiado en algún lugar de Rusia.
En una información que comenta la periodista Pauline Deus del digital francés Rue 89, en 2008 el Government Communication Headquarters (GCHQ), los servicios secretos británicos, interceptaron 70.000 emails de periodistas de la agencia Reuters, la BBC, el propio Guardian, Le Monde, New York Times, Washington Post y The Sun. Durante la operación, que por lo visto duró menos de diez minutos, se seleccionaron los mensajes “pertinentes”, y entre ellos la correspondencia entre algunos periodistas y sus superiores, redactores jefes o directores, y se publicaron en la Intranet del GCHQ, de forma que todo el personal del servicio ha podido consultarlos a su antojo.
“Los documentos de la NSA – dice la redactora de Rue 89- revelan que en el GCHQ la actividad periodística, y más particularmente la investigación, está considerada como un peligro para la seguridad interior, lo mismo que el terrorismo o el hacking. El hecho de intentar acceder a informaciones que le están vedadas, haría de la profesión periodística una amenaza real”. Por otra parte, al personal de los servicios de inteligencia del GCHQ se le pidió que detectara ese tipo de actividad en los correos de los periodistas.
La información de The Guardian añade que el portavoz del GCHQ asegura que el trabajo “se efectúa siempre respetando un marco jurídico y político estricto”. Con la aplicación de la Ley Ripa, en el Reino Unido no se necesita una orden judicial para llevar a cabo operaciones de espionaje; basta con el consentimiento de una persona del departamento, que no participe en la investigación.
“Concebida inicialmente para luchar contra el terrorismo –comentan en el diario Libération a propósito de esta noticia- la Ley Ripa (Regulation of Investigatory Powers Act), se utiliza ahora para escuchar a los periodistas a sus espaldas, poniendo así en peligro sus informaciones… Ripa, podría ser el nombre de un perro o de una bebida india, pero son las bárbaras iniciales de una ley aprobada en 2000 en el Parlamento británico en la que, traduciendo y simplificando, se justifican las escuchas e interceptación de comunicaciones, sin previa orden judicial, en los casos de “atentado a la seguridad nacional”.
La información de Sonia Dellesaler-Solper en Libération añade que una publicación profesional, la UK Press Gazette, ha puesto en marcha la campaña “Salvad nuestras fuentes” y, apoyándose en una ley sobre la libertad de información, ha intentado conseguir que las autoridades le proporcionaran los detalles de las interceptaciones efectuadas por los agentes del GCHQ. Su petición ha sido rechazada.
“Las autoridades, locales o policiales, presentan anualmente más de 100.000 solicitudes para que se apliquen los términos de la ley Ripa, es decir que se someta a escuchas o espionaje a otros tantos ciudadanos privados; resulta imposible saber cuántos de estos casos corresponden a periodistas. Inicialmente, la ley estaba destinada a luchar contra el terrorismo. Pero ahora se acentúa la desagradable impresión de que ya no podemos confiar en la confidencialidad de las fuentes, y compromete directamente a los informadores: “Sería el fin de nuestro trabajo periodístico, la protección de las fuentes tiene que seguir siendo sagrada”, ha comentado a Libération Alan Rusbridger, director del Guardian”.
Fuente: Periodistas en español, 21.1.15 por Mercedes Arancibia