El pasado mes de febrero se publicó en Italia la nueva novela de Umberto Eco, Numero Zero, que en castellano se llamará Número Cero y que saldrá a la venta para todo el mundo hispanohablante el próximo 9 de abril, editado por Lumen y con traducción de Helena Lozano. Mientras me muero de ganas de devorarla, leo las entrevistas y recensiones que aparecieron en la prensa italiana y española. En ellas Eco habla del periodismo y de los periódicos, dado que la novela es la historia de un chantajista que usa la amenaza de aparición de un nuevo diario llamado Domani para sacarle dinero a todo el mundo. Domani nunca llega a la calle pero basta con la amenaza para que funcione la máquina del fango. Pero no quiero hablar de la novela sino de Umberto Eco y del periodismo.
En la entrevista que le hizo Juan Cruz y publicó El País de Madrid, Eco dice que “la crisis del periodismo en el mundo empezó en los cincuenta y sesenta, justo cuando llegó la televisión. (…) Desde la invención de la televisión, el periódico te dice por la mañana lo que tú ya sabías. Y ahora pasa igual (…) porque es cierto que, como decía Hegel, la lectura de los periódicos es la oración de la mañana del hombre moderno. Y yo no consigo tomarme mi café de la mañana si no hojeo el diario; pero es un ritual casi afectivo y religioso, porque lo hojeo mirando los titulares, y por ellos me doy cuenta de que casi todo lo había sabido la noche anterior. Como mucho, me leo un editorial o un artículo de opinión. Esta es la crisis del periodismo contemporáneo. ¡Y de aquí no se sale!
“El periodismo podría tener otra función. Estoy pensando en uno que haga una crítica cotidiana de internet, y es algo que ocurre poquísimo. Un periodismo que me diga: ‘Mira qué hay en internet, mira qué cosas falsas se están diciendo, reacciona ante ello, yo te lo muestro’. Y eso se puede hacer tranquilamente. Sin embargo, se piensa aún que el diario está hecho para que lo lean unos señores viejos –ya que los jóvenes no leen– que además no usan internet. Habría que hacer, pues, un periódico que se convierta no solo en la crítica de la realidad cotidiana, sino también en la crítica de la realidad virtual. Este es un posible futuro para un buen periodismo.
“…para no morir el periódico tiene que saber cambiar y adaptarse. No puede limitarse solamente a hablar del mundo, puesto que de ello ya habla la televisión. Ya lo he dicho: tiene que opinar mucho más del mundo virtual. Un periódico que sepa analizar y criticar lo que aparece en internet hoy tendría una función, y a lo mejor incluso un chico o una chica jóvenes lo leerían para entender si lo que encuentra online es verdadero o falso. En cambio, creo que el diario funciona todavía como si la Red no existiera. Si miras el periódico de hoy, como mucho encontrarás una o dos noticias que hablan de la Red. ¡Es como si los rotativos no se ocuparan nunca de su mayor adversario!”.
Las nuevas tecnologías están ampliando la realidad; siempre lo han hecho, desde el alfabeto a las naves espaciales y desde las carabelas de Colón a la imprenta. Internet, los smartphones, los drones o el GPS nos presentan un mundo al que hasta ahora no llegábamos y los diarios cometen un error si no informan sobre ese mundo.
Dice también Eco que “internet puede haber tomado el puesto del periodismo malo… Si sabes que estás leyendo un periódico como El País, La Repubblica, Il Corriere della Sera, El Universo puedes pensar que existe un cierto control de la noticia y te fías. En cambio, si lees un periódico como aquellos ingleses de la tarde, sensacionalistas, no te fías. Con internet ocurre al contrario: te fías de todo porque no sabes diferenciar la fuente acreditada de la disparatada. Piense tan solo en el éxito que tiene en internet cualquier página web que hable de complots o que se inventen historias absurdas: tienen un increíble seguimiento, de navegadores y de personas importantes que se las toman en serio”.
Gran descubrimiento de algo que sabemos en los diarios hace muchos años. Somos certificadores de información. Nuestra cabecera es una marca, un sello que se pone a lo que se dice de la realidad. Y además de buscar y contar la verdad hacemos cosas con las palabras: no las decimos por decir. Por eso nuestro capital no es lo que decimos sino la credibilidad con la que lo decimos. No sabemos si en 100 años habrá diarios, pero sí sabemos que alguien certificará la información. Eso será el periodismo, igual que ahora.
Y además de buscar y contar la verdad hacemos cosas con las palabras: no las decimos por decir. Por eso nuestro capital no es lo que decimos sino la credibilidad con la que lo decimos.
Fuente: El Universo, 3.4.15 por Gonzalo Peltzer