Las personas quieren ser escuchadas y formar parte de los puntos de vista de informadores, expertos y protagonistas
Llegábamos al aula, rebosantes de ilusión y convencidos por aquellos tópicos de periodista de película a los que estábamos acostumbrados. Smartphones con la aplicación de Twitter, perfectamente preparada para desplegar mensajes de 140 caracteres; portátiles con baterías cargadas al 100%; e incluso, un pequeño libro de notas (solo por si acaso). Algo estaba cambiando… Lo cierto es que desde hace “algunos telediarios” hemos estado leyendo en revistas y periódicos, escuchando en magazines radiofónicos y viendo en debates televisados (de escaso, pero injusto share) que el Periodismo se encuentra en transición, en continuo cambio; esto, para los más optimistas. El resto opina que, como afirmaba el ya fallecido Gabriel García Márquez, “el mejor oficio del mundo” está llegando a su fin.
Es en este preciso instante cuando deberíamos decidir entre apostar por el vaso medio vacío o realmente replantearnos si esta metamorfosis periodística de la que tanto se habla en los medios ha sido interrumpida en algún momento de la historia. Hojas escritas, gacetas, diarios con tiradas masivas, telégrafos, fotografías, emisoras de radio, primeras emisiones en televisión…Se podría afirmar que el periodismo siempre ha estado presionado por el minutero de un reloj de muñeca. Un ritmo más o menos constante en el que, grosso modo, de la voz se ha pasado a la tinta y de la tinta, al mundo digital. Por lo tanto, ¿quién puede resolver la ardua pregunta, objetivamente (cual periodista titulado), sobre qué le depara al periodismo?¡Que no cunda el pánico! Con la llegada de la Sociedad de la Información, el periodismo ha dado un salto; pudiendo afirmarse casi del tipo “salto de altura” o vulgarmente hablando, “de culo y sin frenos”. Muchos periodistas propios de la vieja escuela, comenzaron a adentrarse en un entorno en el que el olor a papel recién impreso había pasado a un segundo plano y en el que la inmediatez tomaba un significado totalmente verídico. Los medios de comunicación ya no debían ser rápidos, debían ser los más rápidos. Pues las personas se habían encargado de publicar, compartir o comentar (cuestión que explicaremos en capítulos posteriores) con el resto de la sociedad, utilizando pruebas y documentos propios que aseguraban la autenticidad de la información.
Además, una marea de anglicismos llamaba a la puerta de las redacciones y aprender a utilizar cualquier Sistema de Gestión de Contenidos (CMS, por sus siglas en inglés Content Management System) era parte del kit básico de supervivencia. La sociedad en sí evolucionada y el periodista iba de la mano… De la tinta al mundo digital…La invención de Internet y todo lo que ello trajo consigo, fue el detonante de una sociedad considerablemente tecnológica e innovadora. Las grandes empresas comenzaban a presentar sus dispositivos y las personas querían tenerlos en su poder. La comunidad, en general, mejoraba en muchos aspectos básicos y la mayoría de profesiones (no solo el Periodismo) empezaron a digitalizarse: trámites de administración, pedir cita para el médico, enseñanza a distancia…Con la llegada del conjunto descentralizado de redes de comunicación interconectadas, según la afamada enciclopedia online, y comúnmente denominado Internet para el resto de mortales, el cambio en los estándares propios de la profesión se ha acelerado de forma considerable. Una transición definida perfectamente por el periodista y profesor Ramón Salaverría en su monografía de finales de siglo: “De la pirámide invertida al hipertexto” (Facultad de Comunicación, Universidad de Navarra; 1999). En este sentido, el ansia de caminar en paralelo a la evolución de las TIC (Tecnologías de la Información y de la Comunicación) y la tendencia marcada por la digitalización de los principales medios de comunicación en el panorama internacional (The New York Times, The Wall, The Journal o Chicago Tribune, entre otros), marcaron las líneas de actuación para aquellos valerosos periódicos y diarios convertidos en webs que iban apareciendo día a día. Eso sí, éstos primeros con más fallos que una “escopeta de feria”; todo hay que decirlo. Un público cada vez más exigente.
Como comentábamos anteriormente, el día a día de la ciudadanía estaba cambiando y el concepto de informador lo hacía de forma simultánea. En la mayoría de ocasiones, acorde a las peticiones, necesidades y exigencias de los lectores, receptores, espectadores…El público ha cambiado. Ya no existe ese receptor que tan solo se limitaba a recibir información, cuyas opiniones quedaban obsoletas en una sala de estar, en la cocina o en el bar de la esquina. Quizá podríamos hablar de alguna carta al director muy de vez en cuando, pero nada que ver con el despliegue de opiniones y criterios de los que somos testigos hoy en día. Las personas quieren ser escuchadas y formar parte de los puntos de vista de informadores, expertos y protagonistas; quieren hablar directamente con el protagonista del hecho y que éste conteste; quieren influir en las consciencias de quienes reciben también la información; quieren que el periodista les comunique lo que ellos quieren saber y entender; en definitiva, quieren ser partícipes de nuestra actualidad.
Esta constante interacción (feedback) ha sido posible, casi en su totalidad, al nacimiento de plataformas sociales en las que, conforme a un conjunto de normas y leyes, el sujeto o (hablando propiamente) el usuario es libre de comunicar lo que quiera y desee en cualquier momento y desde cualquier lugar. Según estudios del Observatorio de Balance de Expresiones Online de Llorente & Cuenca, actualmente se envían 2,9 millones de correos electrónicos por segundo, se suben a redes sociales como Youtube 20 horas de vídeo cada minuto, se publican 50 millones de tweets a diario y los usuarios pasan conectados alrededor de 700.000 millones de minutos en Facebook al mes.
Frente a estos datos de interacción tan sobrecogedores, se hace realmente imposible que los medios de comunicación ignoren este fenómeno de masas. Es por ello que los media han decidido integrarse en las redes sociales, creando nuevas estrategias de interacción con el usuario e intentando llegar a la tan ansiada “viralidad” entre el público. Está claro que las redes sociales se han convertido en un arma imparable a tan solo unos cuantos clics de distancia. Una especie de comunidades virtuales en las que también existe cabida para aquellos profesionales de la información, dispuestos a ser un eslabón más de dicha realidad virtual. El intrusismo, un viejo amigoEl intrusismo (“Ejercicio de actividades profesionales por personas no autorizadas para ello”, RAE) en el Periodismo no supone ninguna novedad. Desde tiempos inmemorables, aquella persona que podía escribir un párrafo entero sin pecar contra la Real Academia Española e incluso, aquella que tenía buena dicción y claridad en la voz, eran impulsadas al sector profesional informativo como quien se lanza al estrellato. De resto, ya se ocupaba el familiar de turno de conseguir contactos. La regulación de la profesión a través de estudios homologados llegaba con posterioridad con un objetivo claro: todo periodista debía tener titulación convalidada. Sin embargo, ese propósito (el cual nunca ha llegado a su meta) perdía su validez de manera instantánea con el despliegue de medios en Internet con los que poder comunicar a cualquier hora y desde cualquier lugar. Foros, blogs, wikis, redes sociales…Cualesquiera de estos espacios es válido para un usuario con ganas de contar algo.
En un primer momento, la profesión comunicativa llegó a fusionarse con usuarios “de voz cantante”, aquellos a los que el resto de mortales investigaba en los motores de búsqueda más reconocidos (denominados más adelante: influencers). No obstante, los medios debían diferenciarse de forma clara y concisa de quiénes eran y cuál era su papel en la sociedad. Esto no significa que un usuario en Internet no pueda comunicar. Simplemente, aún podemos observar, según diversos estudios y análisis, que las personas siguen acudiendo a los medios de comunicación cuando les interesa saber algo con una cierta carga de veracidad y profundidad. Un hecho que el periodista debe tanto valorar como aprovechar. La evolución del periodista
Los periodistas también nos hemos vuelto polifacéticos, es decir, interactuamos con la ciudadanía a través de, por ejemplo, blogs o redes sociales integrados en los propios medios de comunicación. Incluso, llegamos a formar nuestro propio “canal de comunicación” para aquellas personas a las que verdaderamente les interesa nuestro nombre y trayectoria profesional. Tal es el caso de Iñaki Gabilondo, con su videoblog político en el diario digital El País. En este sentido, los periodistas debemos estar en continua formación del entorno digital e identificar aquellas herramientas o espacios que nos puedan servir de ayuda para la mejora y la evolución del sector profesional.
Un progreso reflejado en el incremento del feedback, la conversión de comunicadores más humanos y cercanos, el acceso a imágenes en tiempo real desde cualquier dispositivo móvil…Conclusión Habiendo repasado los aspectos más relevantes de los cambios en la profesión periodística, si alguien (solo por casualidad) se atreviese a preguntarme: ¿cuál es el futuro del periodismo?, podría responder con toda rotundidad que, en el momento que obtenga la respuesta, posiblemente hayan cambiado la pregunta. Vivimos en una sociedad acelerada y marcada por la evolución tecnológica y digital. Una evolución a la que intentamos constantemente adaptarnos y moldearnos en todas las facetas de nuestra vida, ya sea personal como profesional. Y en este contexto, el periodismo no iba a ser menos. Sin embargo, hay algo de lo que sí estoy segura y es que existen dos nuevas variables que determinarán el futuro del periodismo. Por un lado, existirá una profesión de la que emanará la voluntad de muchas personas partícipes de la realidad virtual y real en la que estamos inmersos, teniendo presente, en todo momento, el aprovechamiento de Internet y su comunidad en general. Pero sobre todo, la variable indiscutible que ha sido desde siempre la piedra angular de nuestra profesión, es aquello que los propios periodistas deseamos conseguir; distinguirnos del significado de la palabra usuario y profesional, del blog personal y del medio de comunicación digital, del criterio y de la información. “El mejor oficio del mundo” seguirá evolucionando, eso está claro. Sin embargo, saber dirigir o no la batuta en el seno de la profesión dependerá siempre del comunicador, del amante de la actualidad, del apasionado de la información…En definitiva, del periodista.
Leticia Sanz es estudiante universitaria. Con este artículo ganó el concurso organizado por EL PAÍS y Amazon para asistir a un congreso de periodismo en Perugia (Italia).
Fuente: El País, 23.4.15