Prensa bajo acoso

Los medios de comunicación que no son de la línea oficialista ni responden a los devaneos del poder vienen soportando una fuerte y sostenida arremetida de las principales autoridades del Gobierno, lo que acentúa un deterioro gradual de las condiciones para el ejercicio periodístico en Bolivia. Hace poco, durante el conflicto por las demandas de los cívicos de Potosí, cuyas movilizaciones llegaron a la ciudad de La Paz, el jefe de Estado acusó a los medios de “incendiar el país” y de estar al servicio de la oposición.
La cantinela no es novedosa por cuanto el primer mandatario, a poco de haber llegado a Palacio Quemado hace casi una década, identificó a los medios como sus principales enemigos y desestabilizadores de su gestión. No se ha quedado atrás el vicepresidente al admitir públicamente que el Gobierno evita la publicidad en algunos medios porque “mienten” y hacen “política partidaria”. Privados de esos recursos que recibe el TGN de todos los bolivianos, esos medios están condenados a la asfixia financiera e incluso a cerrar sus puertas.
Acusaciones de tal jaez, destempladas y sin pruebas, se han vuelto recurrentes y coinciden con el alejamiento de los medios informativos de figuras connotadas del periodismo, caracterizadas por su posición crítica al Gobierno. Con motivo de la visita del papa Francisco, la Asociación Nacional de la Prensa (ANP), en carta dirigida al pontífice, denunció la “sistemática asfixia a los medios independientes a través de injustos tributos, por una fiscalización destinada a generar temor y autocensura, y por las constantes agresiones a los periodistas”.
Mientras el vicepresidente del Estado afirma que nunca antes hubo tanta libertad de expresión en el país, la ANP considera que se está atravesando un momento crucial en que el silenciamiento de voces que discrepan con las ideas del Gobierno podría limitar drásticamente esa libertad de expresión que se dice que hay en Bolivia. La misma organización recuerda que este año, con celeridad llamativa, fueron imputados y enviados a la cárcel los periodistas Carlos Quisbert y Juan Carlos Paco cuando cumplían su trabajo periodístico. Este atropello se agrega a los 21 casos de agresiones físicas y verbales reportados por la ANP en lo que va del año.
La prensa libre, pluralista e independiente es un componente esencial de toda sociedad democrática. Por eso es preocupante el acoso a los medios de comunicación por regímenes que, en teoría, se consideran libres y democráticos
Fuente: El Deber, 14.8.15

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