Hace un mes tuvo repercusión mundial el enfrentamiento en Estados Unidos entre las autoridades y Apple, pues esta empresa se negó a desencriptar para el FBI información contenida en el teléfono móvil del tirador de San Bernardino. El caso mereció con toda razón la atención de los defensores de la protección de la privacidad, que ahora deben estar perplejos con los Papeles de Panamá.
La filtración masiva sobre la existencia de sociedades establecidas en Panamá dejó al descubierto información financiera de muchos personajes públicos –algunos justos, otros pecadores–. De esta forma se demuestra cuan vulnerable puede llegar a ser la privacidad de los datos confidenciales alojados en sitios o medios digitales: en un instante pueden circular por todos los rincones del planeta.
Detrás de la revelación por parte de una fuente anónima a la prensa internacional de los Papeles de Panamá, es evidente que existe una efectiva y oportuna manipulación política. No son coincidencia el momento ni la identidad de las personas implicadas. Se busca generar efectos inmediatos y concretos, como ya sucedió con el primer ministro de Islandia.
El periódico alemán Süddeutsche Zieutung, el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación y prestigiosos diarios alrededor del mundo realizaron una encomiable labor para darle contexto a la información y explicar en los respectivos países los antecedentes y las implicaciones de las revelaciones. Sin embargo, de todas maneras resulta bien difícil digerir el alud de información.
Como en el caso de Wikileaks y Edward Snowden, la prensa tiene el inmenso reto de cuidar que con la publicación de esas revelaciones no se estén construyendo noticias a medias o que el ruido y el escándalo pasajeros acaben protegiendo a los verdaderos culpables.
Fuente: El Espectador, 11.4.16 por Juan Carlos Gómez, periodista colombiano