Día del Periodista

En esta jornada se celebra el Día del Periodista porque en una fecha como hoy el presidente Mariano Melgarejo mandó a fusilar al periodista Cirilo Barragán “por un artículo que molestó a su dictadura”, siendo el presidente Germán Busch en 1938 quien lo estableció “en repudio a dicho acto dictatorial”, como nos recuerda la Asociación Nacional de Periodistas.
Más allá de una arraigada tendencia al martirologio que simboliza esa declaratoria, lo cierto es que un deber de este oficio es incomodar al poder. Es decir, nuestra obligación es develar los secretos que acompañan al ejercicio del poder (político, económico, cultural, gremial, sindical…), lo que, sin llegar, obviamente, a extremos, se traduce en la difusión de “malas noticias”, porque de las buenas, como resumió un colega argentino,  se encargan las oficinas de información y relaciones públicas del Estado y de las organizaciones de la sociedad en general.
Esa es una de las razones principales por las que desde el poder, a su vez, se tiende a limitar las libertades de investigación y expresión, que en un desarrollo de larga data y en medio de permanentes tensiones han sido reconocidas como derechos fundamentales de la persona, junto a las de opinión e información. Es decir, consagrar estas libertades como derechos humanos se sustenta en que para que la ciudadanía pueda obtener una buena información, quienes las seleccionan, jerarquizan y difunden, las deben ejercer en forma plena.
En este sentido, no está demás  recordar en el Día del Periodista que nuestra misión es informar de la mejor manera a la gente para que ésta pueda adoptar decisiones que le convengan. Y esta función implica una doble responsabilidad del periodista. La primera, la de cumplir en su trabajo cotidiano los principios ético-morales de la profesión. La segunda, la de comprender que hemos adoptado individualmente la decisión de ser periodistas; es decir, sin consulta alguna a la gente que se informa a través de nosotros.
No es poca, pues, nuestra responsabilidad, que, lamentablemente, tiende a diluirse en tiempos de cambio como los que estamos viviendo, en los que se pone en cuestión las libertades mencionadas bajo el argumento de que los intereses del “Estado o “el pueblo” (siempre abstracto) estarían por encima de los del ciudadano, lo que exigiría que periodistas y medios se pongan a disposición de los gobernantes de turno que se auto perciben como guías de la nación. Pero, también, desde organizaciones de la sociedad se buscan mecanismos de presión poco transparentes para que periodistas y medios se pongan al servicio de intereses concretos que poca relación tienen con el bien común.
En ese marco nos desenvolvemos los periodistas y debemos hacerlo en condiciones particulares entre las que destaca que trabajamos en contra del tiempo, lo que aumenta las posibilidades de cometer errores, sobre los que debemos dar cuenta diariamente.
Por lo señalado, en este Día del Periodista, quienes hemos optado por este oficio quisiéramos menos homenajes y más voluntad de respetar y hacer respetar las libertades de investigación, información y opinión, cuyo ejercicio garantiza que brindemos una buena información.
Fuente: La Prensa, 10.5.16

Comente