De ser una herramienta de trabajo, el acceso a Internet, aparentemente pasa a ser cada vez más el verdugo en el consumo de usuarios que indistintamente dilapidan sus datos sin siquiera clasificar la información que es propia de su interés. Un nuevo episodio que tuvo un gran soporte en las redes sociales y que se robusteció en la agenda mediática, es el de un conocido centro nocturno paceño, donde “sorprendentemente” se descubrió un nuevo caso de trata y tráfico.
Pero qué de sorpresivo puede tener un caso así, cuando en la semana de comadres, previa al carnaval de este año, un ex – jefe del ministerio público en La Paz fue encontrado justo “al frente” del famoso museo egipcio; como lo identificaría la moda de los Mon. Igualmente vaya sorpresa para autoridades ediles que se dedicaron a ejecutar una serie de operativos para controlar licencias y otros, tras la arremetida informativa en la búsqueda de acciones.
Lo que de momento se advierte es un coqueteo con lo que parece ser una nueva caja de Pandora, que trajo un fenómeno muy particular en una fracción de la población que sin alejarse ni obligarse con el tema: se rasga las vestiduras.
Con un clic en la red cualquier persona puede encontrar ofertas de cualquier producto o servicio, en este último caso inclusive damas de confort (como les denominaban en Asia), que por su promoción publicitaria cuando mínimo se hace gala de una extranjería.
La cuestión no está en si los cibernautas acceden o compran estos servicios, sino en quién regula esos contenidos. Y comparto la idea de que el control debe ejecutarse al uso responsable de las cuentas de identidad de los usuarios de la red; lugar donde, a partir de los últimos acontecimientos, tenebrosa y clandestinamente se expone a las víctimas de trata. Si bien el acceso a la información es un derecho fundamental, la efectividad en su tutela no debe ser abstracta sino de uso responsable, sea quien fuere la autoridad que en nombre del Estado precautele su uso, evidencia y salvaguarda.
Fuente: El Diario, 27.9.16 por Israel Adrian Quino, periodista.